Relato de un alma solitaria en la compañía de su gran amor

El sol se marchó prontamente aquella fría tarde de invierno y apareció el satélite por excelencia, punto de evocaciones místicas e imaginarias, luna-lunita-luna que nos iluminaste en los encuentros furtivos en cada rincón de nuestra cálida ciudad y que hoy nos acompañas, aunque separadamente, en nuestro marcha vertiginosa y seductora hacia la unión definitiva de nuestras almas que no hacen otra cosa que desearse, necesitarse y compenetrarse en cada mirada, en cada gesto, en cada abrazo, vuelvo a mirar al cielo y veo que tu hermoso círculo refleja una sonrisa tímida y nerviosa que descifro me la ha enviado mi amado y que me hace comprender que estás conmigo, no enredado en mis sábanas, pero si flotando en las venas que generan la fuerza vital de mi pequeño corazón.
No puedo decir que estoy sola aunque no vea más gente a mi alrededor, porque definitivamente estás DENTRO DE MI.