Piensa que yo por tí estaré esperando....

En una butaca del teatro antiguo de la ciudad de los artistas, un día de inmenso frío la denominada porota se sentó para deleitarse con el tango arrabalero y la nostalgia de los boleros, que con letras de amor y desamor pudo disfrutar con placer y desdicha, cantando y sufriendo, una mezcla de sentimientos encontrados abordaron en su cabeza con recepción en su corazón por la lejanía de su entrañable amado, porque al encontrarse con el ser que le dio la vida en un show de factura internacional, no cabía sólo la tristeza de su soledad, también emergía la satisfacción de tener a su lado a su madre que, en estos "últimos días" de su fiel compañía, antes de emprender el vuelo definitivo hacia la cuna de la felicidad, requería de su tierna presencia y del acogedor abrazo de la niña de sus ojos, por lo que acabado el evento, no hizo otra cosa que comprender que Dios le tenía guardada varias sorpresas y momentos inolvidables en su engrandecida pequeña alma de princesa enamorada.