PAU Y MARCO DESPUÉS DEL POSTRE

TE AMO

lunes, mayo 08, 2006

ELLA VIO, YO VI, y algo vio el YOVI

El sábado nos encontramos de casualidad (o puede ser causalidad?) con el Yovi, el mismo Yovi de siempre, pero algo cambió y, seguro, no fuimos nosotros. El mismo lugar frecuentado por tanto under y amigos de unders y que se renovaban a medida que llegaban otras generaciones de unders. La parada obligada antes de llegar sin destino a destino. El sábado estaban ahí sus mismas paredes verdes, su misma tenue luz que invita a no entrar y a algunos, simplemente, no los deja salir. “...y es valiente quien las dice..., más valiente cuando es Marco Antonio Solís”, o algo así parece decir el Wurlitzer iluminador que musicaliza esas pequeñas historias de pequeños alcances con pequeñas intenciones con pequeñas palabras de pequeñas compañías que esperan que en el norte haya triges que tomen más cerveza para que la noche se alargue. De repente, se había transformado todo en un local cercano a una mina en día de bajada, en las mesas las botellas apiladas demostrando cuánto se estaba consumiendo, cuánto se había consumido y cómo quedan cuando consumen tanto. “simplemente, me duele más a mí que... a la manzana que cuelga de la ramita” parecía seguir sonando... Nosotros, los mismos, el Yovi, el mismo, pero algo había cambiado. Las paredes verdes, la humedad, la luz tenue de local arrabalero, el aire porteño de bar olvidado mezclado con la cercanía del baño y las agresiones de la cocina, las paredes verdes llenas de manchas que hubiese envidiado Bororo si hubiese ido sobrio y si supiese pintar, un intenso frío a ratos, ese frío que se siente los últimos minutos antes de decir “hasta aquí llegamos” y la rara sensación de que nosotros somos los mismos, el Yovi es el mismo, la noche es la misma pero algo definitivamente cambió. Puede ser que el cambio haya sido simplemente darnos cuenta que no nos importaba el lugar y que casi nunca nos importa y sólo existía lo nuestro en esa noche de sábado de paredes verdes y húmedo verdor del ambiente, tal vez porque nos da la impresión que no se nota tanto, nos da la impresión que el resto se vuelve mudo cómplice (o mudo testigo, diría Carlos Pinto), cuando en realidad sólo es un mudo público, a veces observador, a veces ciego por dentro sin alcanzar a percibir lo que se puede oler, incluso en ese ambiente tan cerca de un baño que atemoriza y de una cocina que nos pasará la cuenta por años. Y pasó algo que no pensé que ocurriría en una esquina de paredes verdes, vi algo y ella vio algo (sólo en y entre nosotros), casi como gemelos en continuo ejercicio, aunque en realidad es simplemente la necesidad de vivir en el amor que nos llena y que hace olvidar donde podamos estar hasta que digan “vamos a cerrar lueguito, así que no vendemos más cerveza”... y se escuchó “se está cayendo de buena porque... nos sobran los motivos...” y nos sobraron los motivos para irnos a donde teníamos que estar, para que ese sábado no terminara, para que lo que vivimos no termine nunca... algo nos cambió, y no fue el Yovi. Algo nos cambió para ser cada vez más los mismos, desde nuestro comienzo y de aquí en adelante...

3 Comments:

  • At 12:59 p. m., Blogger Tonia said…

    que falten las horas, para que el tiempo no se acabe nunca y salgan desde dentro todos esos diablillos muertos y afloren como calas esas sensaciones imperdibles que forman una simbiosis entre la cerveza y los amantes eternos

     
  • At 2:17 p. m., Anonymous Anónimo said…

    un dia de estos les cuento lo mio, parece que van por el mismo camino, 24/7

     
  • At 10:20 a. m., Blogger paulina y marco said…

    no necesariamente

     

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