Goool, gol, gol, goool... (a DON NELSON)

Sentados en un cómodo sillón de tres cuerpos, los nuevos hinchas del televisor de pantalla plana, que se hablan por fanatismo y se familiarizan con fanatismo, que siendo desconocedores de sus almas, pero conocedores de su esencia y de la pasión que les surge desde el rectangular horizonte verde plagado de inquietas figurillas de carne, festejan con un abrazo fuerte y lleno de emoción el ansiado rompe arco que se logró con un golpecito calculado de una frente sudorosa, altiva y luchadora, ¡¡¡yupi, yupi!!!! vocifera con algarabía la muchacha que, mirando a su alrededor se dio cuenta que no era un sueño, Ay SEÑOR!!, cúanto tiempo esperando este momento que por fin llegó y que no hizo otra cosa que despertar sus escondidas esperanzas hacia un futuro colmado de triunfos y galardones, entre los que a esa altura del partido, se contaba como mayor y único en importancia la llegada del nuevo fanático que ocupará un lugar en su motorcito válvulo-cardíaco y en su amado living futbolero.