Druuna en la carretera

un corte espectacular separa los planos en picado y contrapicado, acentuando la fuerza clara de mulata clara al borde de una gran manzana verde partida por tres mitades para contemplarla mejor y saborear sus fotos privadas en una bandeja de plata con cremosos adornos, montañas y montículos apenas pueden ocultar el sinuoso camino sin pavimento y viento que levanta un poco de polvo y arena clara y deja en claro que la competencia recién comienza y los corazones se llenan de motivos para otorgar premios a los que saludan al borde del camino y dan agua cada cierto tiempo, para no deshidratar la entrega de hormas especiales para poder caminar mejor, para que se produzca un calce perfecto de los círculos de trigo, que no los hicieron extraterrestres ni campesinos graciosos, sino una fuerte embestida a todo lo que se tiene en ánimo para aparecer después con más ánimo de hacer una larga caminata y observar todo desde una altura considerable, pero no peligrosa porque se aferra a la horma perfecta con un arnés pensado sólo para ella. Grandes círculos se dibujan en el cielo y caen sobre ella como esferas de secreto y juega con ellas como los gatitos luego de comer un pastel con crema y frutas. Grandes esferas de porcelana se empequeñecen cuando llegan a sus manos para perderse en el camino de los dulces árabes, cargados de miel y rodeados de manzanas, los que recibe sin preguntar y son entregados sin preguntar si son de ella o los imagina quien los envía desde lejos, donde no hay miel, ni dulces árabes, ni esferas que caen del cielo, ni la forma de Druuna abriendo con gracia la caja que contiene todas las recetas para la buena nutrición de su corazón.