ESTO NO ES LO QUE PARECE

Apenas llegó se sacó la armadura de verano, su uniforme de astronauta y, olvidando que había invitados en el banquete de los helados del tren interurbano, se calzó su nuevo traje de trabajo, esmerándose en los accesorios y demostró por qué el talento no se pierde con la envoltura, ni con el cambio de velocidades y ritmos de moda, aunque se aumenta al sol, en la playa y en el escritorio de combate transparente. Se preparó para comer sin preocuparse que hubiera gente, ni de la gasolina que perdían los otros comensales, sólo pensó en no dejar nada en el plato de frutas cuyo aroma se impregna por días y que, aunque digan lo contrario, el resto de los invitados desea llevar para su casa y oficina.