EL MUNDO SEGÚN DOS GÓNDOLAS

Pasando imperceptiblemente entre rumores como si no fuese real, ni ella ni los rumores ni los anillos en el aire que conducen a lugares que parecen no ser caminos y, aunque es verdad que no lo son, nada se pierde con ir por ahí, desencadenando lo que no tiene precio, o por lo menos no lo registran las máquinas de consulta de precios de los pasillos del frente. Dicen que lo hablado nada más se pierde, y ni siquiera se pierden las palabras en el aire como señales de humo en morse. Lo hablado no se pierde, y se puede descansar y abrirse a nuevas palabras con nuevas respuestas y nuevos corazones que pueden llegar no sólo los viernes, porque no son importaciones directas del elefante blanco. A veces se puede dar pasos de casualidad que se transforman en causas del cambio de clima o, por lo menos, ayudan a que deje de llover. Un día te comenté que llorar y llover se dice igual en francés. Es mejor pensar que cuando uno llora, sólo está lloviendo un poco para despejar el camino.
(Dedicado a Marcia, por acompañarnos y porque la acompañamos)
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