PARA BEBERME TU NOMBRE

Pensaba en Balmes contemplando Lota, la Lota que no da ni quita, y esperando ver llegar la columna Durruti, mientras yo sólo escuchaba a Durruti Column y sus melodías románticas y nostálgicas en parte, porque hoy es domingo y se nota más que estamos lejos, que el disco Amigos en Portugal es bueno y que Lisboa se parece un poco a Coquimbo, porque hay luz y venden papas fritas. Coquimbo de noche y un colectivo pirata con un chofer disfrazado de Daddy Yankee, hablando como Daddy Yankee, y manejando como si Daddy Yankee condujera un taxi colectivo, moviéndose al ritmo de la música de los videoclips que exhibe el equipo DVD inserto delante del espejo retrovisor. Duro. Y las reggaeton girls desparramándose por la pantalla, entrando, saliendo, subiendo, mojadas hasta la deshidratación, y pienso en tí y en la música, no en la que suena, sino en la que llevo en la cabeza en este momento. Como Beyoncé Knowles invertida de colores pareces acercarte a mí entre el sueño. Duro. Quién tiene un duro de amor, decía Pablo Abraira. Un duro son como cinco pesetas, pero pesetas de oro según creo. No es tan poco entonces. Pero nosotros tenemos muchos más duros de amor que eso. Acelera Coquimbian Daddy, boy racer, boy racer pasándose todos los rojos, pero sin avanzar mucho. En el camino, una pileta. El agua de la pileta dibujando en tus formas mi deseo desde acá, la sed de sal, la sed de la sal que da sed. La pileta de Paprika y pienso que Tinto Brass te elegiría para su próxima película, el infaltable Tinto Brass y sus pasiones. Paprika sobre tu piel y el gran banquete que me espera. Como Sherezade contando un hermoso cuento para no dejar dormir, ni dejar que nos durmamos.

Te amo mucho.